Después de tres días de retiro, como previo al trabajo propiamente del Capítulo, nos hemos puesto en camino junto con la “pareja” de Emaús y con el deseo de una escucha generativa entre nosotras, con la conciencia que nos necesitamos las unas a las otras, como María de Nazaret e Isabel que se encontraron en Ain Karem, con sus miedos, sus dudas, sus esperanzas y… después exultaron de gozo ante la vida que se gestaba en sus vientres.

A lo largo del día hemos contemplado, como desde una nave espacial con mirada global, universal y acogedora, la realidad de los 6 países donde estamos presentes.

Para esta esta visión hemos contado con la MEMORIA que ha hecho el Consejo General y la Ecónoma General de estos 5 años desde el XXII Capítulo General y desde las prioridades que nos marcamos en el mismo.

Hemos escuchado el testimonio directo del camino hecho por los laicos a lo largo de este tiempo. Y hemos contado con la presencia, también directa, de Hermanas de los Consejos Generales en Alianza.

Ha sido un día denso de acoger tanta vida y también de renovada esperanza por los pasos, que juntas vamos dando tanto en Alianza como con los laicos y laicas.

Una vez más, hemos reconocido el paso del Espíritu en medio de nuestra pequeñez, y ¡cómo no darle gracias!

El día 3 de Julio, hemos continuado con nuestro retiro que es acompañado por la hermana Nurya Martinez-Gayol ascj, bajo el lema: “Una forma de Vida sin forma”.

La conferencia nos fue llevando a descubrir el sentido profundo que tiene la Identidad, los llamados propios que tiene la Vida Consagrada y sus retos.

Cada palabra iba calando hondo en nuestras vidas;Y eran una invitación a preguntarnos ¿Cómo vivimos la Misión que Dios nos ha confiado?

Descubrimos una vez más, que la fuerza del Espíritu Santo es, quien nos sigue acompañando y susurrando la voz de Dios en este tiempo histórico para poder seguir respondiendo en fidelidad.

Por la tarde, Nurya ha abordado los retos de la Vida Consagrada en el mundo postmoderno.

Su exposición nos permitió ser conscientes de que, ser fieles a nuestra vocación, es un signo de Dios en nuestras sociedades, muchas veces fracturas por el individualismo y la falta de sentido.

Al final del día, vivimos un hermoso momento de oración que nos movía a ser como el barro en las manos del alfarero, que se deja modelar por él en total abandono y confianza. Y para concluir, cada una presentó un símbolo que expresaba lo que se sentía llamada a cuidar como consagrada en el hoy de la historia.

¿Tienes algo que decir sobre la celebración de nuestro XXII Capítulo General? Agradecemos tus testimonios, comentarios, sugerencias,...