En el Evangelio Jesús dice a sus discípulos “La Paz está con vosotros”. No es solo un saludo, es señal de que el Resucitado ha vencido al Mal. También dice: “Como el Padre me ha enviado, así os envío yo”. El Evangelio es algo que ocurre hoy. Dios que nos envía a la tarea y a la misión de curar, de cuidar, de reconfortar, de devolver la dignidad… Y esto es tarea de todo/a bautizado/a. Es tarea de los que siguen al Señor y de las Hermanas que han consagrado su vida bajo la advocación de Ntra. Sra. de la Compasión, la Virgen al pie de la Cruz.
Acoger la paz del Resucitado significa comunión con otros, acoger, cuidar… Y esto no puede hacerse sin el Espíritu Santo. Jesús nos ha prometido el Espíritu de Dios. El Espíritu que nos lleva a reconocer que Jesús es el Señor, que trae un mensaje de ciencia y sabiduría que nos lleva a la esperanza, que nos impulsa a la caridad como a María en la Visitación, cuando aún no había nacido su hijo. Nos lleva a cantar el Magnificat. Cantar la pequeñez y la humidad, la fe en Dios y no en nuestras propias fuerzas, desde la pobreza de medios, contra la desesperanza… Nuestra fuerza como cristianos es el Señor. Y con vuestros Fundadores, el P. Garrigou y la M. Desclaux, con las hermanas que os han precedido, porque creemos en la comunión de los Santos, decir que la muerte no tiene la última palabra, sino el Amor, la Verdad, la Bondad, la Compasión… porque Jesús es el Emmanuel, el Dios con nosotros.
Sin duda, cantaréis el Magnificat al final del Capítulo pero ¡dejad que el Espíritu de Dios lo cante ya desde el comienzo!
P. Jacques Chérubin