«Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe» (cf. Col 2, 7).

Música: Arraigados en ti (Ixcis)

Del Retiro con Nurya Martínez-Gayol:

Dejarnos edificar, construir y reconstruir…

Sobre la Roca de la fe, que da estabilidad. Estar firmes en la fe, arraigados en Cristo, dejarnos edificar en Él (Col 2, 7). Cuestión de fe pero también de valentía, de fortaleza, de estar alerta, para poder permanecer.

Fue lema para la JMJ 2011. Benedicto XVI decía que ese “firmes en la fe” era una propuesta a contracorriente. La cultura exalta la volubilidad, la incertidumbre, es una cultura indecisa… El Papa evocaba la imagen del árbol y la casa. Árbol en crecimiento que necesita raíces profundas para soportar las inclemencias del tiempo. Y la casa sólida que evoca a los cimientos, los buenos fundamentos.

No contradice la idea de dinamismo de la fe. Pues habla de proceso, crecimiento, extensión, renovación… también habla de nuevas formas, transformación, cambio…

Las raíces y los cimientos no se ven, están ocultos, pero hacen posible el dinamismo de la fe.

Estabilidad y dinamismo no son conceptos contrapuestos sino necesarios, polaridad constitutiva de la fe que pone de manifiesto su carácter paradójico.

La fe como dinamismo por su intrínseca relación con la vida. Creer es un modo de vida. Al hebreo le cuesta encontrar definición para la palabra fe que es abstracta. Nos presentan la fe en acción. Cuando se cree, qué se hace. En Is 7,9 “Si no créeis no tendréis estabilidad ni subsistiréis”. La fe es el único modo de vida. En Jn 3, 36 “Quien cree, tiene vida eterna”. Esta forma de vivir, nos lleva a la verdadera Vida que, para S. Juan, es un nuevo nacimiento.

(…)

Vivir tan arraigadas en Él que nos hagamos cimiento para otros, cimiento del carisma. Toda espiritualidad nace de un don del Espíritu que se da a través de los fundadores… Que el Espíritu se haga cimiento sobre nosotras para que lo seamos para los que vienen detrás. La construcción se eleva más cuando más nos abajemos, nos ocultemos… como los cimientos de las casas.

Exige una fe firme, llena de ánimo y generosidad, que solo se puede vivir desde la entrega total. Dolorosa y sacrificada. Ser como Jesús, grano de trigo que, para fecundar la tierra, desaparece, se hace uno con la tierra.

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