Estamos en el segundo día de nuestra reflexión, después de haber pasado tres días intensos de retiro, convocando al Espíritu, al Paráclito y dejándonos habitar por él.
La reflexión de hoy nos ha invitado a soñar despiertos: es decir, con los pies sobre la tierra y la cabeza sobre los hombros. En un clima de escucha generativa, de diálogo, de confianza y de esperanza, hemos acogido la realidad de nuestra congregación con la presentación de la vida, de los sueños y de las esperanzas en nuestros diferentes países de misión. El Señor está presente.
Esta jornada ha concluido en un clima de oración tal como ha comenzado esta mañana. Bendito sea el Señor que nos ha dado vivir esta gran riqueza y diversidad que tenemos en nuestras manos.